Dios el Espíritu Santo (1 de 3)

Dios el Espíritu Santo (1).

Introducción

Hoy vamos a hablar sobre Dios el Espíritu Santo. Para ello nos situaremos poco después de la muerte de Jesús en la cruz. El hecho de ver a Cristo muerto hizo desesperar a los discípulos. Pero cuando fueron testigos de que Cristo había resucitado, algo sucedió en sus corazones. Hasta ese momento, habían estado discutiendo quién iba a ser el mayor en el Reino de Cristo. Ahora, tras el gran chasco y la inmensa alegría de la resurrección, todas aquellas disputas eran nimiedades.
Se comenzó una nueva etapa, empezaron a orar juntos como nunca antes, se confesaron sus faltas unos a otros y se pidieron perdón mutuamente. Esta era la nueva dinámica entre los discípulos. De repente, cincuenta días después de la muerte de Cristo, sucedió lo inesperado. Un enorme estruendo sonó en aquella habitación donde estaban reunidos. Como si toda la revolución que habían experimentado por dentro, se comenzase a manifestar externamente, de forma visible. Se dieron cuenta que tenían como lenguas de fuego, llamas sobre la cabeza de cada uno. Esto fue en el Aposento Alto, cuando el Espíritu Santo descendió sobre ellos.
El gozo era tan grande, que no pudieron contenerse más, salieron a la calle y comenzaron a hablar a otros acerca de Cristo su Salvador. No habían cesado las sorpresas. La multitud que había en las calles, se congregaron ante las voces de los discípulos, para prestar atención. De nuevo sucedió algo extraordinario, gozo sobre gozo. Los peregrinos que allí habían, estaban escuchando a los discípulos hablar en su propia lengua nativa. Estaban oyendo el mensaje de salvación en su propio idioma, para que lo entendiesen de forma clara y sin errores. Algunos, que no entendían lo que se hablaba, probablemente porque era alguna lengua extranjera que sí entenderían los nativos de algún lejano país, comenzaron a rumorear que los discípulos estaban borrachos. Pero no era así, pues hablaban en otros idiomas reales, extranjeros. El apóstol Pedro salió al paso, aclaró que eran las 9 de la mañana, y que no era posible que estuviesen borrachos tan temprano. Y añadió: “Lo que acabáis de ver y oír está sucediendo porque el Cristo resucitado ha sido exaltado a la mano derecha de Dios y ahora nos ha concedido el Espíritu Santo”.

Quién es el Espíritu Santo

La pregunta ahora es, ¿quién es el Espíritu Santo? Si estudiamos el Espíritu Santo en la Palabra de Dios, veremos que tiene cualidades propias de una persona, y no es más bien una fuerza misteriosa o “influencia” como algunos la presentan.
Un ejemplo de aprobación personal está en Hechos 15:28 “Ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros”. Esto nos indica que los cristianos primitivos hablaban del Espíritu Santo como de una persona con raciocinio, y que expresa su propia voluntad.
Cristo también hizo referencias interesantes acerca del Espíritu Santo. Leamos Juan 16:14 “Él (el Espíritu Santo) me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber”. Esta declaración separa la persona de Jesús de la del Espíritu Santo de forma clara. En la formula bautismal se nombra las tres personas de la divinidad, como en Mateo 28:19 “Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo”. Otro texto donde se menciona la trinidad de forma individualizada es en 2 Corintios 13:14 “La Gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sea con todos vosotros, amén”.
El Espíritu Santo tiene personalidad. Así lo podemos ver en los siguientes ejemplos. El primero es Génesis 6:3, donde leemos que el Espíritu Santo contiende, lucha con el ser humano. Algo no puede luchar, alguien sí puede. Según Lucas 12:12 el Espíritu Santo nos enseñará lo que debemos decir. El Espíritu Santo también convence, así lo leemos en Juan 16:8. El Espíritu Santo dirige los asuntos de la Iglesia, como podemos leer en Hechos 13:2 “Ministrando estos al Señor y ayunando, dijo el Espíritu Santo: “Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado”.” Otra función inteligente del Espíritu Santo se describe en Romanos 8:26 “De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercedepor nosotros con gemidos indecibles”. El Espíritu Santo también inspira a los profetas de Dios, así lo registra el apóstol Pedro en 2 Pedro 1:21 “Porque la profecía no fué en los tiempos pasados traída por voluntad humana, sino los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados del Espíritu Santo”. El Espíritu Santo también santifica, así lo leemos en el saludo del apóstol en su primera epístola, 1 Pedro 1:1 y 2 “Pedro, apóstol de Jesucristo, a los expatriados, de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, elegidos según el previo conocimiento de Dios Padre, por laobrasantificadora del Espíritu, para obedecer a Jesucristo y ser rociados con su sangre: Que la gracia y la paz os sean multiplicadas”.
Estas actividades no pueden ser llevadas a cabo por un simple “poder”, una “influencia” o un atributo de Dios solamente. Debe ser hecho por alguien consciente con voluntad propia y capacidad de decisión.

El Espíritu Santo es Verdaderamente Dios

La Biblia presenta al Espíritu Santo como Dios. Leamos la declaración de Pedro en Hechos 5:3 y 4 “Y Pedro dijo: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para mentir al Espíritu Santo y sustraer del precio del campo? Reteniéndolo, ¿acaso no seguía siendo tuyo? Y una vez vendido, ¿no estaba bajo tu autoridad? ¿Por qué propusiste en tu corazón hacer esto? No has mentido a los hombres, sino a Dios.”
En otro contexto, Jesús explicó que el pecado imperdonable es “la blasfemia contra el Espíritu Santo”. Así lo leemos en Mateo 12:31 y 32 “Por esto os digo que todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada. Y a cualquiera que diga palabra contra el Hijo del Hombre le será perdonado; pero a cualquiera que hable contra el Espíritu Santo no le será perdonado, ni en este mundo, ni en el venidero.” Esto sólo puede ser cierto si el Espíritu Santoes Dios, no sólo una “fuerza” que emana de Dios.
Ya hemos estudiado los atributos divinos con anterioridad. La Escritura asocia estos atributos con el Espíritu Santo también. Por ejemplo, el apóstol Pablo en Romanos 8:2, al Espíritu Santo lo llama “Espíritu de Vida”. El Espíritu es Vida, cualidad divina. Conocemos que Jesús afirmó de sí mismo, “yo soy el camino, la verdad y la vida”. El mismo Jesucristo lo llamó “el Espíritu de Verdad” en Juan 16:13. Entonces, el Espíritu Santo es la Verdad. También podemos leer en Romanos 15:30 la expresión “el amor del Espíritu”. Y en Efesios 4:30 se le llama “Espíritu Santo de Dios”. Estas dos expresiones nos revelan que el amor y la santidad son parte de su naturaleza.
El Espíritu Santo también es omnipotente. Da dones espirituales “repartiendo a cada uno en particular como él quiere” (1 Corintios 12:11). Puede hacer lo que quiere, y decide lo que quiere. También es omnipresente, un ejemplo es el texto de Juan 14:16 donde Jesús promete la presencia del Espíritu Santo con su pueblo “para siempre”. Un texto muy bonito sobre la omnipresencia del Espíritu Santo es el Salmo 139:7―10 “¿A dónde me iré de tu espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiera a los cielos, allí estás tú; y si en el seol hiciera mi estrado, allí tú estás. Si tomara las alas del alba y habitara en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano y me asirá tu diestra.”
1 Corintios 2:10 y 11 nos habla de la omnisapiencia de Dios: “porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios, orque ¿quién de entre los hombres conoce las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Del mismo modo, nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.”
Las obras de Dios también están relacionadas con el Espíritu Santo. Sin ir más lejos, en la Creación, en Génesis 1:2 leemos que “el Espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas”. Estaba presente y activo en la creación. Job afirmó, como leemos en Job 33:4 que “El espíritu de Dios me hizo y el soplo del Omnipotente me dio vida”. También va en la misma línea el Salmo 104:30: “Envías tu Espíritu, son creados, y renuevas la faz de la tierra”. Este texto a la virtud de crear, añade la cualidad de renovar o recrear. Pablo habla aún más de esta última cualidad en Romanos 8:11 “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús está en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que está en vosotros”.

El Espíritu Santo y la Deidad

Tanto el Padre, como el Hijo y el Espíritu Santo son coeternos. Aunque los tres están en condición de igualdad, vimos que existe la economía de función. Esto ya lo tratamos en la segunda creencia fundamental. Para poder comprender mejor al Espíritu Santo, hay que verlo a través de Jesucristo. Cristo vino a revelarnos la divinidad, esto no sólo es el Padre, también incluye al Espíritu Santo. Cuando el Espíritu desciende sobre los creyentes, lo hace como “el Espíritu de Cristo” (1 Pedro 1:11), no viene por su propia cuenta. Su actividad en la historia de este mundo está centrada en la misión salvadora de Cristo. Estuvo involucrado activamente en el nacimiento de Cristo (Lucas 1:35). Confirmó el ministerio público de Cristo cuando se bautizó (Mat. 3.16, 17). Y según Romanos 8:11 pone al alcance del ser humano los beneficios del sacrificio de Cristo y su resurrección. El Espíritu parece el que ejecuta los planes de Dios. Cuando el Padre dio a su Hijo (Juan 3:16) fue concebido del Espíritu Santo, haciendo realidad la voluntad del Padre. En la Creación participa “moviéndose”, como hemos visto. De él depende toda la vida. Dice Job 34:14, 15 “Si él pusiera sobre el hombre su corazón y retirara su espíritu y su aliento, todo ser humano perecería a un tiempo y el hombre volvería al polvo”.

Resumen

Hoy hemos iniciado lo que sería la quinta creencia o enseñanza básica encontrada en la Biblia. Dios el Espíritu Santo. Hemos visto que la Biblia se refiere al Espíritu Santo con cualidades personales, capacidad de razonar, responder, decidir, aprobar, con voluntad propia. Tiene capacidad de actuar, bien glorificando, bien compartiendo cosas de Dios con los hombres. El Espíritu Santo lucha o contiende, enseña, convence, dirige, ayuda, intercede, inspira, santifica, etc. También comparte atributos divinos, pues es Dios, como el amor, la paciencia, ser la verdad, ser la vida, es omnipresente, omnisapiente. El próximo tema, veremos el Espíritu prometido y la misión del Espíritu Santo. ¡Feliz Sábado!
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