Las Diez Promesas IV: Cuarta Promesa: Dios promete pasar un día en familia contigo. (Cuarto mandamiento).

INTRODUCCIÓN:

A lo largo de esta semana me propongo que os enamoréis cada vez más de ese Dios tan maravilloso que tenemos. Espero que poco a poco vuestra mente y entendimiento se vaya abriendo cada vez más y vayáis conociendo mejor a nuestro Señor.
Esta semana hemos “descubierto” cosas interesantes de Dios. Os recuerdo rápidamente, que Dios hizo una declaración de amor en 10 votos (promesas) matrimoniales. Éxodo 20 es un certificado de matrimonio, donde se registran los votos que pronunció al comprometerse públicamente, ante el universo entero, que tomaba a Israel, a sus hijos, como esposa.
La primera promesa que Dios nos hizo, es el primer voto matrimonial, con el que se compromete a ser tu esposo, tu Dios, y a serte fiel, que estará contigo en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza.
El segundo voto matrimonial es su promesa de estar constantemente a tu lado, de hacerte compañía en todo momento al punto que no necesitarás tener una fotografía suya para acordarte de Él. También promete estar al cuidado de ti y de tu familia, como el médico visita a los enfermos para sanarlos.
La tercera es que Dios ha prometido escucharte con toda su atención cada vez que le llames, y está deseando ayudarte. Tenemos un Dios maravilloso, que se goza en hacer promesas, pero más aún, se goza aún más en cumplir sus promesas. No importa los errores que hayas cometido hasta ahora, siempre está dispuesto a escuchar y a ayudar.
Vamos hoy con la cuarta promesa, que cierra las promesas que se refieren a él mismo.

Cuarta promesa

Leamos Éxodo 20:8-11 “Acuérdate del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es sábado para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.”
Sé que este texto lo habéis leído muchas veces, que incluso os lo sabéis de memoria. Pero decidme en sinceridad, ¿no es este texto a veces como una “carga”? Tener que renunciar a un trabajo, a un empleo por poder guardar el sábado, ¿es algo que todo el mundo hace con alegría?
Si a veces se hace difícil guardar el sábado, ¿como puede ser esto una promesa? Sin duda, os adelanto que es una promesa especial, y precisamente por no haber entendido este “mandamiento” como una promesa, lo hemos convertido demasiado a menudo en una “carga”.
El sábado se ha convertido a menudo en una larga lista de cosas que “no hay que hacer”. No hagas esto, no hagas aquello, no hagas lo de más allá... Llega un momento que los niños, los jóvenes están pensando más en cuándo se va a poner el sol que en otra cosa.
Tengo una pregunta para los que están aquí presentes, casados. ¿Os acordáis del día de vuestra boda? Fue bonito, ¿verdad? Espero que todos digan que sí... o tendrán un problema esta noche durmiendo en el sofá. Tengo una pregunta más, ¿quién se acuerda de los votos matrimoniales?
Por regla general, no nos acordamos de todos los votos con detalle. “Acepto serte fiel en la salud, en la enfermedad, en la riqueza, en la pobreza, guardarme sólo para ti, no tener otro hombre/mujer aparte de ti...” y finalmente damos al botón de “Sí a todo” y aceptamos todos los términos y condiciones sin recordar la “letra pequeña”.
Pero hay algo que, estoy prácticamente seguro que ninguno de los casados incluyó en sus votos matrimoniales. ¿Quién prometió dedicar un día a la semana para estar en familia, y solo en familia?
¿Cuántos matrimonios fracasan o tienen problemas por falta de comunicación, o por falta de pasar más tiempo libre juntos? ¿Dedicas tiempo a estar en familia, con tus padres, con tu esposo o esposa, con tus hijos?
En este cuarto voto matrimonial, Dios promete tener una cita semanal especial con su esposa, tener una especial atención por ella en una cita especial. Te promete apartar un tiempo especial para estar contigo. A tal punto está tan seguro de su cita semanal especial, que él NO va a fallar, que sólo la pregunta es para ti. No dice “Acordémonos de la cita semanal”. Dice, “acuérdate”, porque él da por hecho que SIEMPRE va a estar en la cita esperando. El único que puede fallar a la reunión familiar eres tú. Por eso la promesa empieza con el verbo “acuérdate”.
Pide, antes de indicar las condiciones de la cita, que nos acordemos de que tenemos una reunión familiar, en la que pueda cumplir su promesa de estar un tiempo especial contigo.
Esta promesa tiene otras pequeñas promesas dentro. Quiero que las veáis conmigo.
Dios promete que nos bendecirá para trabajar, subsistir durante toda la semana. Pero nos pide que nos acordemos de la cita semanal con él. Si nos acordamos de la cita, promete estar toda la semana con nosotros (ver promesas 1 al 3), pero esta es especial. Al igual que Él trabajó 6 días para preparar nuestro hogar (este mundo), y luego destinó el primer día completo a compartirlo con Adán y Eva (el primer día completo de Adán y Eva fue el primer sábado), nos pide que sigamos dedicando un día especial para fomentar nuestro “matrimonio” con Él: “mas el séptimo día es sábado para (dedicado a) Jehová tu Dios (tu esposo)”.
Dios promete que será un momento de tanto gozo (si lo hacemos adecuadamente) que todo el que viva con nosotros disfrutará de esa fiesta. Estaremos deseando dejar de trabajar para estar con él, invitaremos a esa fiesta a los que vivan con nosotros, a nuestros hijos. Toda la familia está invitada, hasta los amigos y mascotas. (Aquí se puede ampliar mucho este tema, pero por manido, lo dejo).
Con esta promesa también nos delimita el momento, el lugar en el tiempo para la cita. Dios se compromete ese día concreto, no otro. Podemos citarnos con alguien a las 12 del mediodía en la plaza principal, pero de nada sirve que cada uno acuda a esa hora, a ese lugar, en días distintos. El compromiso de Dios conlleva que respetemos sus condiciones, en este caso, el sábado.
“Seis días trabajarás, y harás toda tu obra”. Dios te está prometiendo, no solo una cita, sino una cita que no interferirá en tus planes personales. Como en todo matrimonio sano, saludable, hay espacio para la vida personal, y Dios te está diciendo, “tenemos una cita especial a la semana, pero respetaré tu tiempo para tus asuntos”.
Es más, está prometiendo también que trabajarás, No dice “si trabajas”, dice que trabajarás. En esta promesa Dios te está diciendo que si respetas la cita que te ha prometido, buscará la forma de el resto de días de la semana puedas trabajar. Es una promesa. Dios promete proveer trabajo también, de una manera o de otra, y dejar tiempo y espacio libre para tus asuntos personales también.
Luego continúa diciendo: “mas el séptimo día es sábado para Jehová tu Dios”. Recuerda de nuevo que el séptimo día de la semana, el sábado, que en hebreo shabbat significa descanso o reposo, es precisamente eso, “descanso para el Señor tu Dios”. Y el día en el que Dios aparta un tiempo para descansar, desea estar con su esposa, contigo. Pasar tiempo a solas con la familia. Recuérdalo, “acuérdate de la cita, porque para mí (Dios) es un día especial de descanso familiar”. Dios insiste en su promesa de apartar un tiempo especial, es especial para Él y quiere que también sea un tiempo especial para ti.
Esta promesa es tan especial, que Dios te da instrucciones para que realmente sea una reunión llena de gozo y felicidad. Dios te dice cómo preparar ese tiempo especial para disfrutarlo plenamente. “No hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas”.
En otras palabras, Dios te dice, “quiero estar con toda la familia. No quiero que estés preocupado por nada. Deja lo que no sea imprescindible para otro momento. Es más, no quiero que nadie falte a la cita. Quiero disfrutar con toda la familia al completo, con los hijos que te he dado, que también son mis hijos. Es más aún, quiero disfrutar tanto de la familia, que no sería justo que lo pasemos estupendo y ver a los criados aparte de la alegría familiar. Quiero que tu empleado (siervo) se una a la familia. Son parte de la familia”.
Y Dios va más allá aún y añade: “No estés pendiente de la lavadora, de tender la ropa (hoy no tenemos “bestias”, pero sí máquinas). No porque sea “pecado”, sino porque nos quita tiempo de estar juntos, de hablar, de reír, de disfrutar. El pecado es dejar al invitado principal de la fiesta sin prestarle atención.
Añade aún más. “Si resulta que tienes una visita en casa, ¡mejor! ¡Que se una a la fiesta! ¿O es que te avergüenzas de mi? Tus amigos son mis amigos, ¡vamos a disfrutar de la amistad en familia!”
A continuación añade: “Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó”.
En otras palabras, Dios te recuerda que Él es el Creador y dueño de toda la naturaleza, de la tierra, de todos los recursos. No hay nadie más importante que Él, y aún así, se tomó su tiempo para disfrutar de lo que había hecho. Dedicó un día entero para disfrutar de su obra recién terminada, y promete invitarte cada semana a disfrutar de todo lo que Él creó. Santificar significa en el original “poner aparte”, apartar algo para un fin especial.
Y Dios nos recuerda en este voto matrimonial una promesa que ya hizo hace miles de años, disfrutar de todo lo que hizo con tu compañía, la de toda la familia, con los vecinos si es posible y con las visitas que tengas.
Si estás esperando la visita de un Rey que desea compartir todo su reino contigo, ¿no pedirías permiso en el trabajo para poder tener ese día libre? No puedes faltar a un día así. Pasear en la naturaleza, conversar con la familia, compartir ideas de cómo van los asuntos del Reino. Es una cita demasiado importante como para perderla por cosas temporales. ¿No podría darte un rey otro empleo si lo perdiste por recibirle en tu casa? Pues el Rey de Reyes, también ha prometido eso. “6 días trabajarás”.
CONCLUSIÓN
El Ser más importante de todo el mundo, de todo el Universo está deseando vivir contigo todos los días, oírte cada vez que le hables, ser tu esposo, pasar tiempo contigo y ayudarte en todas las tareas, asuntos y preocupaciones que tengas.
Dios te ha prometido que no te va a hacer falta ninguna fotografía suya, porque Él personalmente está a tu lado todos los días. Dios ha prometido pasar cada minuto a tu lado interesándose por ti, por tus problemas, por tu salud.
No importa los errores que hayas cometido hasta ahora. Aunque hallas fallado, Dios prometió estar constantemente dispuesto a responder cada vez que invoquemos su nombre y perdonar nuestros fallos.
¿Quieres aceptar esta promesa que Dios te hace en este día? Te invito a orar a Dios, pidiéndole que cumpla su promesa en ti. Ora con la seguridad de que te escucha. Pide que te ayude a valorar realmente el tiempo de calidad que te ofrece cada semana. Pide a Dios que cumpla su promesa y, ya que es el dueño de la tierra y todo lo que hay en ella, que provea lo que necesitas. Agradece por su promesa de pasar tiempo en familia contigo, y pídele que te ayude a estar a la altura, a compartir con otros esta promesa maravillosa. Te invito a orar.
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