La Deidad: Dios habla de sí mismo (1 de 4)

Dios habla de sí mismo

Lectura Bíblica: Juan 17:2

Introducción

Hoy vamos a ver qué revela Dios de sí mismo en las Escrituras. Vamos a estudiar la qué nos dice la Biblia sobre La Deidad, qué ha querido revelar Dios de sí mismo en su Palabra.

Jesús vino a este mundo para salvar a la raza humana. Pero a los pies de la cruz sólo unos pocos lo reconocieron como Rey y Señor. Cuando el apóstol Juan escribió las palabras “a los suyos vino, y los suyos no le recibieron” (Juan 1:11) no sólo se refería a los contemporáneos de Jesús en aquel momento. Esta afirmación se amplía a todo ser humano a lo largo de la historia de este planeta. Muchos son los que no lo han aceptado, lo han rechazado con el pasar de los siglos. Esto se puede considerar un auténtico fracaso. Pero ese fracaso no es de Dios, sino de los hombres, gracias al pésimo y deficiente conocimiento que los hombres han tenido y seguimos teniendo de Dios.

El conocimiento de Dios


Hay muchísimas disputas y argumentos en pro y en contra de la existencia de Dios. Otros intentan explicar a Dios, y todo esto demuestra que la sabiduría humana es completamente insuficiente para entrar en lo divino y poder comprenderlo plenamente. Intentar entender a Dios sólo con el conocimiento humano, con el raciocinio de nuestra mente es como investigar con una lupa inmensas galaxias lejanas. Pablo nos dice en 1 Cor. 2:7 que la sabiduría de Dios es “sabiduría oculta”. Dios no dejará de ser un misterio. Como dice Pablo en el versículo siguiente, hablando de la sabiduría: “La que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria”.

Uno de los mandamientos principales es “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” (Mat. 22:37; Deut. 6:5). No podemos amar a alguien a quien no conocemos. Por otro lado, según Job 11:7 no podemos conocer a Dios por nosotros mismos. ¿Cómo podemos entonces llegar a conocerlo?

Se puede conocer a Dios


Dios conoce nuestras limitaciones, y el dilema que enfrentamos como seres humanos. Por eso se ha hecho próximo a nosotros, a través de la Biblia. En sus páginas se revela que el “Cristianismo no es el registro de la búsqueda que los hombres hacen de Dios; es el producto de la revelación que Dios hace de sí mismo y de sus propósitos para con el hombre”1 Sin embargo, aunque sea repetitivo, la mayor revelación de Dios nos vino a través de Jesucristo, su Hijo. Por medio de Cristo podemos conocer al Padre. Como dice Juan en 1 Juan 5:20 “Sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero”. Jesús añade a esto: “Esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien has enviado” (Juan 17:2). Lo importante es, que a pesar de que nos es imposible conocer plenamente a Dios, a través de su Palabra tenemos revelación suficiente como para entrar en una relación salvífica con él.

Cómo conocer a Dios


A diferencia de otros métodos de aprendizaje, y de investigación, el conocimiento de Dios tiene tanto que ver con el corazón como con la mente. Es decir, con las emociones y con lo intelectual. Comprende todo el ser, de forma íntegra. No es sólo un mero conocimiento de algo que se aprende para luego repetirlo o almacenarlo en la memoria. Primero nos tenemos que abrir a la influencia del Espíritu Santo, de forma que nos impresione y nos guíe a toda verdad. Jesús dijo “Bienaventurados los de limpio corazón porque ellos verán a Dios”. Esto es así, porque los que no tienen el corazón limpio, no pueden recibir la influencia del Espíritu Santo. Por eso los incrédulos no pueden comprender a Dios. Pablo lo dice en 1 Corintios 1:20, 21: “¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el escriba? ¿Dónde el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría de este mundo? Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación”. Y eso es así porque lo espiritual se discierne espiritualmente.

La manera en que adquirimos conocimientos de Dios a través de la Biblia es completamente distinto de los métodos tradicionales. Normalmente el objeto de estudio está por “debajo” del estudioso, simbólicamente es como si colocásemos el objeto de estudio en un microscopio y lo analizásemos y observásemos. Pero con Dios no sucede así, no podemos colocarlo en ningún “microscopio”, ni “macroscopio” (por lo grande). No nos podemos poner por encima de Dios, no lo podemos diseccionar ni analizar de forma cuántica. Sólo podemos estudiarlo a través de la Biblia, y como sabemos, la Biblia es su propio intérprete, así que las reglas de estudio vienen definidas por ella misma. Este es el método provisto para conocer a Dios.

La pregunta es, entonces, ¿por qué tantos contemporáneos de Jesús no fueron capaces de ver en él la revelación de Dios? La respuesta se deduce de lo dicho anteriormente, porque no se sometieron a la regla de la Palabra de Dios, ni permitieron que el Espíritu Santo trabajase en ellos revelándole lo que las Escrituras decían de Él. Interpretaron de forma equivocada las Escrituras y obteniendo un mensaje de parte de Dios completamente distorsionado. Esto les llevó, a la larga a crucificar a su propio Salvador. El problema de entonces no fue un problema intelectual, jamás he visto un pueblo tan metódico a la hora de estudiar e interpretar las cosas. El problema de ellos era que sus corazones estaban endurecidos, esto cerró sus mentes al Espíritu de Dios, y perdieron la vida eterna.

La Existencia de Dios


Hay dos grandes fuentes que hablan de la existencia de Dios, como ya vimos son el libro de la naturaleza, y la otra es la Sagrada Escritura.


Evidencias de la Creación


Todo el mundo puede aprender de la existencia de Dios a través de la naturaleza como vimos semanas pasadas. Es conocido el Salmo 19:1 “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos”. Y el otro texto que ya vimos era Romanos 1:20: “Las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas”.

La conducta humana también provee evidencias de la existencia de Dios. Recordad que Enoc no caminó con Dios hasta que fue padre, y supo lo que es amar a un hijo. Entonces conoció el amor de Dios por sus criaturas. En muchos lugares se adora a Dios sin que siquiera sean conscientes de ello, por ejemplo, Pablo vio en Atenas un altar “al Dios no conocido. Y Pablo les dijo: “Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio” (Hechos 17:23). Pablo también nos enseña que la conducta de los no cristianos se rige por su conciencia, y que el que se deja regir por ella da testimonio de que la ley de Dios ha sido escrita en su corazón (Romanos 2:14, 15). Esta intuición de lo Divino, se encuentra aún entre los que no conocen la Biblia, el hombre tiene la necesidad de adorar a alguien o algo. EN toda cultura, lugar y momento, siempre ha habido una necesidad de religión, de reunir lo humano con lo divino, ya sea de una manera o de otra. Culturas aborígenes, más o menos desarrolladas, pero siempre ha habido un matiz religioso en todo ello. Siempre se ha hablado e intentado demostrar la existencia de Dios con diversos argumentos.

Evidencia de la Escritura


La Biblia no entra en la dinámica de intentar demostrar la existencia de Dios. Pura y llanamente la da por sentada “En el principio creó Dios los cielos y la tierra…”. Ninguno de nosotros trataría de demostrar su existencia ¿o sí? ¿entonces por qué Dios tiene que hacerlo?

La Biblia describe a Dios como Creador, Sustentador y Legislador de toda la creación. La revelación de Dios por medio de la creación es tan poderosa que no hay excusa para el ateísmo, que surge cuando se suprime la verdad de un Dios o cuando voluntariamente se intenta rehusar o rechazar la evidencia de la existencia de Dios. (Sal. 14:1; Rom. 1:18 – 22, 28).

Hay suficientes evidencias de la existencia de Dios para convencer a cualquiera que procura seriamente descubrir la verdad acerca de él. Y sin embargo la fe es un requisito previo, por cuanto sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (Hebreos 11:6).

Sin embargo la fe en Dios no es ciega. Está basada en muchas evidencias que se encuentran tanto en las revelaciones de Dios a través de las Escrituras como en el mundo de la Naturaleza. Y por supuesto, una vez que hemos comenzado a andar con el Señor, nuestra propia experiencia es otra evidencia más de la existencia de Dios.

Resumen


Para conocer a Dios tenemos dos bases, la naturaleza, ya estudiada, y la Biblia. Por eso es tan importante que vayamos avanzando poco a poco. Lo que Dios es, para nosotros es lo que él mismo ha revelado acerca de sí en la Biblia. Ahora que tenemos plena confianza en la Palabra de Dios es cuando podemos quitar todo tipo de filtros mentales y acudir abiertamente a la Palabra de Dios para beber agua pura de ella. Vamos a conocer a nuestro Dios, y así lo podremos amar de forma más plena. Sólo entendiendo esto podremos estudiar a Dios, quién es y cómo es. Conocer a Dios es amarlo, y ese es el fin principal del repaso doctrinal que estamos llevando a cabo.
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1Gordon R. Lewis. Decide for yourself: A Theological Wordbook. Downers Grove. Il. Inter Varsity Press, 1978. Pág. 15.
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